El movimiento Ludita surge en el siglo XIX como respuesta a la proliferación de la maquina y a la disminución del trabajo manual. La destrucción de la maquina era para los luditas la estrategia por excelencia para derrotar el motor del desempleo, se caracterizaron por protestas desordenadas, orientadas por lideres difusos, casi irreales y un tanto imaginarios.
Para el siglo XXI, conoceremos un nuevo ludismo, que ve en los distintos avances tecnológicos una amenaza para el paradigma reinante. Los neoluditas no destruirán maquinas, tomaran actitudes hostiles hacia la tecnología que desde ya tiempo atrás entro en los entornos escolares, llevando mas tiempo aun en otros escenarios.
Los argumentos de estos fobotecnológos serán los riesgos que para la salud traen consigo los nuevos artefactos, no solo por su composición, sumaran a su lista de contras el uso prolongado a los mismos y el consecuente aislamiento, la accesibilidad sin límites ni criterios, y las pobres interacciones con la realidad que establecerán los usuarios mas dependientes.
Si en el siglo XIX la maquina era el enemigo, siendo la era de la maquina la que dio forma y estableció el sistema educativo, es ahora en el siglo XXI el establecimiento concebido por la maquina el que esta en peligro, un enemigo mas peligroso cierne sus tentáculos sobre una generación que no sabrá que hacer con un artefacto en cada bolsillo y una conexión banda ancha a la red.
Pero ¿si esta generación estuviese preparada para asumir el peso que las tecnologías de la comunicación y la información traen?, ¿si necesitasen que la escuela se adaptara para reflexionar sobre esas habilidades que ya adquirieron?, el movimiento neoludita, desaparecería como su antecesor, solo dejando telares rotos, maquinas desmanteladas, teléfonos celulares desechados, computadoras desactualizadas y el temor de aprender sobre las tic y no contra ellas.
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